Experiencia de Voluntariado Express
El Voluntariado Express del viernes era una campaña especial en la que podía ayudar cualquiera que quisiera tan solo una noche. En vez de comida esta vez se repartía ropa de invierno y térmica y un saco de dormir de Decathlon, la cual se compraba con donaciones especiales para ese día. Conseguimos hacer cerca de 550 kits, y cada lote era para una persona sin hogar.
Muchas de las personas que se encargaban eran de Bokatas. En Bokatas se dedican a repartir bocadillos a las personas sin hogar. En realidad usan la comida como excusa para acercarse a ellos, lo que realmente se busca en este proyecto es establecer un diálogo, una escucha, un acercamiento a estas personas que tanto lo necesitan.
Llegamos al colegio “Nuestra Señora del Recuerdo” a las nueve de la noche, y nos pusimos a hacer en cadena los kits. Después nos repartimos por las zonas que nos tocaban a cada equipo, esa noche se repartía por todo Madrid. Nos montamos en los coches y nos fuimos a las zonas.
Está feo, pero es cierto que mi concepción hasta ayer de una persona sin hogar es en general gente o con adicción, o violenta, sin educación o formación, o simplemente ida de la cabeza. Es una visión totalmente deshumanizada, pero es la que tenía y realmente la gente de mi círculo más cercano es la que tiene. Que mal hace el desconocimiento.
Ayer me di cuenta de que detrás de esa gente que vive entre chatarra, basura o contenedores no hay más que personas con una triste historia detrás y muy mala suerte en la vida. En general me ha sorprendido porque es gente mayor, muy sola, y con muchísimas necesidades de todo tipo.
La gente que visitamos ayer es gente limpia, culta, ya que su tiempo lo dedican a leer, escuchar la radio e incluso escribir; y sobre todo son gente con un nombre. Me he dado cuenta de la importancia de tener un nombre, en el momento que sabes el nombre de alguien ya es una persona con una identidad, una historia, también me he dado cuenta que es lo que me ha ayudado a humanizar el concepto de estas personas sin hogar, son alguien. No son ni su historia, ni sus necesidades, ni la basura en la que viven. Son un alma individual e irreemplazable, con sueños y rasgos únicos.
Me encantó la experiencia, me ha ayudado a abrir la mente y a ser más humana, por lo tanto a crecer como persona. Me comparo y me siento como una plantita que está creciendo y acaba de desplegar una nueva hojita en su tallo. Estoy en camino de florecer, pero para eso he de seguir cuidando mi planta. Es por esto que he tomado la decisión de involucrarme en este proyecto de forma habitual, quiero que mi hoja nueva sea fuerte e intensa, no la quiero dejar marchitar. Estas personas que la sociedad considera productivas, me han regalado algo que vale demasiado como para poner un precio o desvalorarlo.
Una de las mayores necesidades de estas personas es que alguien les escuche y les haga caso. La sociedad los ignora, vamos por la calle y ni los miramos, como si fuéramos alguien más que ellos. Espero que esta experiencia me ayude a desarrollar la escucha empática, esta gente necesita ser escuchada de manera verdadera, quiero estar ahí para ellas y ponerlas por delante de mí. Voy a sacar muchos aprendizajes de esta experiencia, estoy deseosa de empezar.