Rafa, «el milagro» de Bokatas
Pasó el tiempo, y contra todo pronóstico, el Señor Cáncer se hacía cada vez más pequeño. Los médicos no daban crédito, decían que era un milagro.
Un lunes del mes de abril de 2014, Rafa nos esperaba como de costumbre, en la entrada del garaje donde dormía. Nos contó que le dolía mucho el estómago y que había perdido el apetito. Las semanas pasaban y su dolor aumentaba. Nosotros le quitábamos importancia al tema hasta que decidimos convencerle para que fuese a urgencias. Efectivamente, el dolor que sobrecogía a nuestro gran amigo tenía nombre y apellidos. Se llamaba: Cáncer de Páncreas.
La noticia nos destrozó por dentro. Todos sabíamos que el señor Cáncer de Páncreas era prácticamente infalible y que las probabilidades de acabar con él eran pequeñísimas. De todos los señores Cánceres, el de Páncreas – decían – era el peor. «Incurable». «Prácticamente imposible de superar». Aun así, los más cercanos a él teníamos esperanza e intentábamos apoyarle. En la misma situación, cualquiera se habría derrumbado.
Pero él… él nunca perdió la sonrisa. Siempre estuvo animado y con fuerzas para luchar. Cada vez que hablababa con alguno de nosotros e incluso, con los médicos, hacía comentarios positivos: «¡voy a ganar esta batalla!» decía constantemente.
En las sesiones de quimioterapia, él era «la alegría de la huerta» y su presencia, sus comentarios y su actitud, alegraban a cualquiera que estuviera en la sala – a pesar de las circunstancias por las que todos estaban allí -. Nunca, ni si quiera cuando los médicos le pusieron fecha de caducidad a su vida, perdió su ilusión y sus ganas de vivir. Y sinceramente, aunque muchos fueron perdiendo la esperanza, sólo ver su actitud hacía que la recuperaran.
Pasó el tiempo, y contra todo pronóstico, el Señor Cáncer se hacía cada vez más pequeño. Los médicos no daban crédito, decían que era un milagro. Y precisamente eso fue lo que nos dijo el cirujano tras las 9 horas que estuvieron operando a Rafa unos meses más tarde. «Este señor era un caso perdido y ahora mismo, es un milagro».
A los pocos días, Rafa ya podía caminar y mucho antes de lo que hubiésemos querido todos, le dieron el alta.
Ahora, tras la última revisión, parece que el Señor Cáncer, «el incurable», se ha marchado (esperemos que para siempre) pero ha dejado en nuestra vida, irremediablemente, muchas cosas que no podremos olvidar.
En primer lugar, nos ha mostrado la fortaleza de las personas humildes, que incluso cuando no están en la mejor situación de su vida, luchan sin «peros» ni «miedo». Nos ha demostrado que los «imposibles» hay que empezar a vencerlos con convencimiento y alegría. Nos ha hecho unirnos más, conocer a bellísimas personas (la habitación de Rafa estuvo repleta de visitas todos los días) y sobre todo, nos ha hecho aprender que realmente, la esperanza debe ser lo último que se pierda.
Ahora, cuando algo nos supera… muchos pensamos en Rafa y su batalla contra el Señor Cáncer. No importa lo que tengas, quien seas o dónde vivas. Lo importante es la actitud y la manera de afrontar la vida.
Ojalá todos tuviésemos un poco de Rafa en nuestro día a día.
Él ha sido y será una persona referente en Bokatas y ahora es «nuestro milagro». Gracias amiguito.