Carnaval en Tándem

En Tándem nos gusta hacer a las cosas a nuestra manera, así que tuvimos carnaval justo cuando ya habían terminado de hecho las celebraciones en el resto del mundo. “Mira que igual cambiamos las tendencias en otros sitios y hacemos que hasta en Río de Janeiro lo retrasen una semana”, dijo David, con ese gesto adusto tan característico suyo, que le hace opaco y nunca sabes si habla en serio o en broma.  
Nuestro festejo fue, desde luego, más modesto en asistencia, duración y confeti que el carioca. Pero fue una tarde que se desarrolló con alegría, esa alegría un tanto serena que surge cuando se decide dar una tregua a las preocupaciones.  
Algún caballero amenazó con vestirse de bailarina brasileña, pero afortunadamente se echó para atrás en el último momento por el bien de nuestro bienestar ocular. Hubo refrescos, embutidos y patatas; música setentera que hizo que afloraran nostalgias; futbolín, juegos de cartas y, sobre todo, muchas risas.
Para los más tímidos no hubo conmiseración. Nuestras voluntarias más entusiastas, Esther y Casilda, vinieron pertrechadas de ceras de colores, y a los que no nos resistimos nos pintaron la cara, convirtiéndonos en piratas, superhéroes, mafiosos, … y una variedad infinita de personajes indescifrables que seguramente ni ellas sabían a quiénes pretendían semejar.  
Los dos representantes de las Islas Canarias, Israel y Luis Miguel, todo recuerdos, nos explicaron cómo son los carnavales allí. Esther quiso ser una vaquera del far west -su sombrero así lo atestiguaba-, el problema fue que un niño del colegio donde trabaja se había quedado con su  pistola de juguete. Toñi esto tal vez lo agradeció, ya que vino disfrazada de una Pocahontas sui generis
Como toda fiesta, tuvo su final, y a las siete de la tarde recogimos y en un periquete el local estaba limpio. Cuando nos despedimos todos, ya en la calle, nos sentimos un poco más cerca y un poco más cómplices unos de otros.
Y desde luego nos fuimos deseando que el próximo carnaval llegue pronto.    

Hablamos con…

Hablamos con… Teresa Pérez Garrido

 ¿Cuánto tiempo llevas siendo voluntaria de Bokatas? ¿Por qué empezaste?

Llevo dos años y medio, desde julio de 2015.

Había hecho otros voluntariados con niños y ancianos, pero nunca con personas sin hogar. Podría decirse que empecé casi por casualidad, buscaba un voluntariado que fuera por la tarde-noche y pregunté a una amiga y me recomendó bokatas. Desde entonces no puedo estar más agradecida, porque si quieres cambiar una realidad primero hay que conocerla.

Tu lugar preferido de Madrid para hacer ruta

De la sede de Argüelles me gustan las 3 rutas que realizamos, pero me quedo con la del templo de Debod.

Lo que más te gusta de Bokatas

Lo que más me gusta es como con el tiempo se van rompiendo las barreras entre voluntarios y personas sin hogar, empiezas ofreciendo un bocadillo y semana tras semana nos vamos conociendo. Empiezas hablando de fútbol, o del tiempo, pero con el tiempo nos vamos aprendiendo los nombres, y nos acercamos a la realidad más profunda de cada uno de nosotros.

Lo que más te cuesta de Bokatas

La soledad de las personas sin hogar, recuerdo cómo un día hablando con Antonio hablando me dijo, «lo peor de estar en la calle no es dormir en la calle, es el resto del día»

Una persona sin hogar que te haya marcado

Stanju, siempre me llamaba «amiga»

Como jefa de día de Bokatas Comillas, ¿qué experiencia te llevas? ¿Algo que te haya marcado especialmente?

Por un lado,  me llevo la ilusión de los voluntarios cada martes antes de salir de ruta,  haga frío,  llueva o haya partido de Champions. Y por otro me llevo el inmenso aprendizaje de las personas sin hogar,  suena a tópico pero realmente ellos me han enseñado mucho más de lo que yo les haya podido dar. En concreto cada semana me enseñan a distinguir lo urgente de lo importante.

La injusticia más evidente que ves en las personas sin hogar

Que como sociedad nos hemos acostumbrado a que esta realidad exista. 

 Una cita (no de amor, de frase bonita)

» Lo peor de una tragedia no es el miedo a la muerte, si no el miedo a la vida»

Un personaje de la historia con el que te tomarías un café

Nelson Mandela, porque fue capaz de predicar el perdón a una sociedad absolutamente rota

Una canción, una peli, un libro

Canción: Las Cuentas (Leiva)

Peli Gladiator, 

Libro Dispara yo ya estoy muerto (Julia Navarro)

NO MÁS DELITOS DE ODIO

El 47% de las personas sin hogar han sido víctimas de, al menos, un delito de odio (Hatento, 2017). Se entiende por delito de odio a un acto criminal en el que la motivación del delito se basa en un prejuicio hacia un determinado grupo social. En el caso de las personas sin hogar, se trata de una agresión cuyo motivo es la situación de calle de la víctima; la persona recibe daño por el hecho de estar sin hogar.

El número de personas sin hogar que sufren delitos de odio es extremadamente elevado, es preocupante pensar cómo es posible que sobre el colectivo más vulnerable de la sociedad se vuelque semejante nivel de agresiones.

El Observatorio de Delitos de Odio contra Personas Sin Hogar, Hatento, analiza la casuística de estos delitos y fomenta la alianza entre organizaciones para terminar con la violencia contra las personas sin hogar. En 2015, Hatento comenzó su actividad y el primer descubrimiento que realizó fue la inexistencia de datos sobre los delitos de odio contra personas sin hogar. Por este motivo, en primer lugar llevó a cabo una investigación de campo exhaustiva.

El 47% de las personas entrevistadas confirmaron haber sufrido, al menos, un delito de odio. El 81% de estos casos, habían pasado por esa experiencia en más de una ocasión. Estos datos confirman la intolerancia de la sociedad a las personas sin hogar. Respecto al tipo de victimización, con mayor frecuencia mencionaron insultos y trato vejatorio, trato discriminatorio, agresiones físicas, acoso, intimidación y robo de pertenencias. Hatento destaca el hecho de que “todos los datos señalan la especial vulnerabilidad de las personas sin hogar frente a situaciones de victimización”.

Los sentimientos que nacen en las personas sin hogar tras sufrir este tipo de agresión son: ira hacia la persona o personas que le agredieron, tristeza porque ocurran este tipo de situaciones, indefensión para hacer algo al respecto, miedo a volver a sufrir una experiencia de este tipo.

Respecto al abordaje posterior, el 63% de las personas que habían sufrido algún delito de odio no acudieron después a ningún tipo de servicio u organización especializada. El 43% consideraban que no iba a servir para nada y el 19% no confiaba en ningún servicio (Hatento, 2015). Estos datos demuestran que no se trata del desconocimiento de este tipo de servicios sino que se duda de su utilidad.

Sólo el 15 personas de las 114 que habían sufrido algún delito de odio interpusieron una denuncia. El 70% de las víctimas que no denunciaron los hechos consideran que no sirve de nada denunciar mientras que el 11% tenía miedo a las represalias por parte de los agresores.

Hatento concluye “casi la mitad de las personas sin hogar había sufrido agresiones, humillaciones e intimidaciones motivadas por la intolerancia y los prejuicios de sus agresores hacia su situación de extrema exclusión social. Dormir y vivir en la calle tiene un componente de violencia estructural, que además se ve agravado por la violencia directa de la que son objeto”.

La Unidad de la Gestión de la Diversidad, es una unidad de la Policía Municipal de Madrid dedicada a combatir los delitos de odio y la discriminación de los colectivos vulnerables. Dos policías de la esta unidad, dieron una formación a los voluntarios de Bokatas sobre qué es un delito de odio, cómo detectarlo y cómo actuar en su caso.

NO VAMOS A PARAR, NO MÁS DELITOS DE ODIO, NO MÁS VIOLENCIA CONTRA LO MÁS VULNERABLES.

Una tarde en el Museo de Ciencias Naturales

Una tarde en el museo…

Empezamos nuestra visita haciendo grupo y viendo los animales que tenían en la exposición y fuimos buscando parecidos entre nosotros. A mí me tocó ser el macaco, mientras que el resto se iban repartiendo entre el toro, el zorro o un millón de bichos que íbamos viendo por los pasillos del museo. Algunos animales eran de un tamaño enorme, y muchos de nosotros alucinamos con el tamaño del calamar gigante que nos encontramos en una parte del museo. Todos comentamos y nos reímos un buen rato. Entre todo lo que vimos, también pudimos apreciar la colección de animales que cazaron los Reyes de España, y después de eso, fuimos a ver los dinosaurios, donde no pudimos evitar observar y hacer comparaciones con los homínidos o ver a los grandes bichos que poblaron la tierra, piecitos y compañía.

Fue una mañana alucinante en la que aprendimos de los animales, pero sobre todo, una vez mas nos llevamos una lección, de como podemos aprender tanto uno de los otros. De estas personas a las que acompañamos, y ellas nos acompañan también, de las lecciones que aprendemos sobre ellos, y de todo lo que nos enseñan. Siempre acompañado de hueco para risas y buen rollo, haciéndonos bromas y disfrutando del buen tiempo que nos hizo ese día al sol. Terminamos comiendo unos deliciosos bocadillos de tortilla, y comentando las ganas que teníamos de la futura visita a museo o exposición que haríamos todos juntos.

Y como siempre, un gusto la compañía.

Andrés, un voluntario de Bokatas, nos cuenta la experiencia de ese gran rato que pasaron.